Increíble, pero cierto

Juan TH
Cuando Hipólito salió del Palacio Nacional en agosto del 2004 hedía a perro muerto. Parecía tener lepra. Muchos temían contagiarse de la enfermedad. Como siempre las ratas abandonaron r el barco cuando creyeron que se hundía. Una buena parte de sus colaboradores, incluyendo algunos compadres, fueron los primeros en huir despavoridos hacía donde soplara el viento. Hipólito había dejado el país en malas condiciones económicas. Una granada expansiva le explotó en las manos y destruyó una buena parte de lo que durante casi tres años había construido para beneficio de las mayorías.

La quiebra fraudulenta de una parte de la banca privada, que representó más del 20% del Producto Interno Bruto, empobreciendo a medio millón de dominicanos, más los actos de terror que derribaron las torres gemelas, los altos precios del petróleo, las guerras de Estados Unidos en Afganistán y después en Irak, redujeron drásticamente el turismo y las remesas, lo cual impidió que el gobierno recibiera más de dos mil millones de dólares.

Hipólito asumió la crisis con entereza salvando el sistema financiero. Sometió a la justicia a los responsables del fraude bancario y los envió a la cárcel. Sus responsables y valientes acciones le costaron el gobierno.

Sus enemigos dentro y fuera del PRD y del gobierno hicieron leña del árbol caído. Cuando Hipólito salió del gobierno no valía una guayaba podrida. El PLD y sus aliados dentro del PRD, con el apoyo de una buena parte de la prensa, montaron una brutal campaña propagandística para matarlo políticamente, de tal forma que no pudiera volver jamás a la política.

Recuerdo la primera vez que Hipólito salió de la capital tras dejar el Palacio Nacional. Estaba en su casa de Jarabacoa y decidió ir a San Francisco de Macorís donde lo esperaban unas 30 personas. Sus palabras fueron derrotistas. Dijo que no aspiraba a nada que no fuera estar con doña Rosa, los hijos, los nietos y los amigos que aún le quedaban. En ese viaje lo acompañó el empresario Carlos Mejía, Hernani Salazar, el general Carlos Luciano Díaz Morfa, el coronel Lachapelle y los demás integrantes de su escolta, más el autor de estas líneas. Tres vehículos integraban “la caravana”.

Han pasado los años. Es mucha el agua que ha corrido debajo del puente de la maldad, la traición y la maledicencia. El tiempo se ha encargado de poner las cosas en su lugar. Una crisis económica mundial que afectó el sistema financiero se ha encargado de “limpiar” la imagen de Hipólito, pues en los países desarrollados hicieron lo mismo que en la República Dominicana. Los banqueros del país han reconocido que Hipólito salvó el sistema financiero.

La gente se ha dado cuenta de que Hipólito actuó correctamente; que antepuso sus intereses a los del país. La gente se ha dado cuenta que el malo no es Hipólito, que los malos son otros y que están en otra parcela.

Y más aun, la gente ha visto como se ha deteriorado su calidad de vida, como ha crecido el delito y el crimen, como el narcotráfico se ha adueñado del país, como la violencia es el pan nuestro de cada día mientras el presidente de la República se va de viaje al extranjero todos los meses con los recursos del pueblo.

Sin que se pueda alegar una crisis económica similar o parecida a la del 2003, ahora todo está peor que antes. Los precios de los artículos de primera necesidad se han disparado al igual que los combustibles, el transporte público, las tarifas eléctrica, telefónica, agua potable, etc., a pesar de que el presupuesto de la nación se ha triplicado, igual que la recaudación fiscal que ha alcanzado niveles sin precedentes. La gente se ha dado cuenta de que el gobierno de Hipólito no fue malo. La gente ha vuelto a reconocer a Hipólito como un hombre bueno y sano, que pasó por el gobierno sin corromperse ni corromper a los demás.

He recorrido buena parte del territorio nacional con Hipólito. Lo que veo en las calles, carreteras, ciudades y campos es digno de resaltar. Hipólito es una realidad política que nadie puede negar. La gente corre a su encuentro, lo saluda, lo abraza, y le ofrece su respaldo incondicional. Hipólito no anda con una forja de dinero comprando dirigentes ni militantes del PRD, ni ofreciendo cargos en un futuro gobierno. Hipólito anda ofreciendo un mejor país para todos, no para un grupo.

Otra vez Hipólito es el hombre fuerte del PRD, el hombre que quiere la gente de abajo, el hombre en quien los pobres han depositado su esperanza. Por eso ganará la convención del seis de marzo próximo. Por eso volverá al poder en el 2012.

Posted by Edisson López-Francis Alberto on 3:28. Filed under . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0

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